La línea que divide es una investigación
novelada basada en hechos reales y
ficcionados sobre narcotráfico y adicciones en Latinoamérica. Se trata
de hacer foco desde todos los ángulos posibles, un análisis geopolítico de cada
país en particular y a la vez del continente como unidad. La elección del
género novelístico responde a la intención de
llegar a una población masiva y no solo a quienes les interese el tema
en particular. Para tal desarrollo la novela tiene su condimento de suspenso y
dinámica cinética. La columna vertebral
es Sudamérica, su hilo conductor dos historias de pares de protagonistas que
encarnan historias de amor.
Una adolescente
de clase media se enamora de un ex convicto adicto y revendedor de
estupefacientes varios años mayor que ella. La madre de Ángeles intenta
separarlos por todos los medios. En el mundo inquisidor y represivo de los 70`,
los métodos utilizados serán inquisidores y represivos. Amor y odio se debaten
en una intrincada trama. En la constante cuerda floja el sentimiento filial
madre- hija, que deberá reinventarse ante la aparición de amores nuevos. La moral, la tradición, las buenas
costumbres, se muestran cual máscaras de una sociedad que juzga de antemano
sin sentarse a observar el epicentro, el antes y el después. El hombre es
consecuencia del hombre. Y quien se atreva a decir “Punto y Aparte” cambiará la
historia. Aun cuando muera en el intento como tantos, dejará la marca
imborrable.
Ángeles y Gabriel estuvieron encerrados en una
Prisión Estatal. Pero también estuvieron encerrados en otras prisiones. Un
sistema carcelario no difiere demasiado de una vida de dependencia, sumisión,
esclavitud a un modelo pre marcado. Que aburre, que agobia.
Un análisis profundo a través del relato de
estos personajes desnuda la realidad tapada.
Un país gobernado por dictadores absolutistas al extremo convirtiendo a la
Argentina en un Estado de Terror.
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